martes, 9 de agosto de 2011

Cuaderno de bitácora II

Odio, ¡¡¡odio!!!! la conexión de la biblioteca. He llegado a las once y media (después de que la encantadora bibliotecaria (todas las bibliotecarias son encantadoras, ¿os dais cuenta?) se tomara su café) y al intentar sentarme delante de un ordenador prehistórico de estos me han detenido unos gritos terribles. Resulta que estaba aquí el técnico arreglando los problemas de la línea... pero como si nada.

Finalmente me senté en un ordenador que la encantadora bibliotecaria me indicó. Ahora, en vez de estar al fondo protegida de cualquier amenaza estoy en medio de la sala, con la luz de la ventana dando en la pantalla (me estoy quedando ciega) y permitiendo a cualquier fisgón que mire lo que estoy haciendo.

Por lo demás, todo bien. O normal xD El colchón de mi cama sigue retorciéndome la espalda (aunque he descubierto que el sofá es bastante cómodo, ya sé dónde voy a dormir esta noche), mi tía sigue dando órdenes, aunque no está en plan sargento como me temía al venir, vamos todos los días a ver a mi abuela (yo en el coche con mis pintas de marciano entre mis gafas de sol enormes y los cascos con antenas), y hay un par de gaticos nuevos en la casa de los gatos de camino a la de mi tío. ¡Son taaaaaaaaaan bonicos! *-* A ver si hoy o mañana puedo verlos más detenidamente y les hago unas fotos.

PD: Acabo de oír a la encantadora bibliotecaria tirándose un cuesco O_O

2 comentarios:

Ender dijo...

Pero seguro que sería un cuesco "encantador" xDDD

¿Tu madre y tu tía no luchan por dar más ordenes?
Bueno, si no está en plan sargento, al menos se la puede soportar... Solamente tienes que abstraerte y eso se te da de puta madre xD

Cosa Cosota dijo...

Qué va, están muy tranquilas y no hay ningún problema con ellas, exceptuando coando me abstraigo. A ver, es lógico, y cualquiera que ni me conozca podría apreciarlo, pensar que si estoy escuchando música o leyendo tranquilamente es que es un momento en el que no pretendo relacionarme mucho.

Pues no, ellas vienen a mí y me hablan y no me dejan tranquila. Que si me dices que me paso todo el día así sin hacer caso a nadie lo entendería, pero sólo busco esos momentos de intimidad en contadas ocasiones.

Como anoche, yo en el sillón leyendo, completamente concentrada en la lectura, y viene mi madre y me pregunta "¿Qué haces?"

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