lunes, 2 de diciembre de 2013

Sábado sabadete

Mi amiga Elwin  ha venido a Madrid este fin de semana. La excusa ha sido que su facultad organiza una excursión a la capital el martes, y como la niña es poco lista se vino el viernes y volverá en el bus con sus compañeros el martes.

El sábado se autoinvitó a mi piso para tomar un café, y me sentí muy satisfecha cuando, aun sin haber traspasado la puerta principal, ya estaba sonriendo y diciendo "Tía... es como muy tu casa" (frase encantadora la mire como la mire). Y es que yo misma me enamoré de este piso de forma automática al ver ese mismo parecido, con las paredes chapadas en madera que siempre he relacionado con mi hogar. Esto se debe a que mi padre, un aficionado a la carpintería, se encargó de que toda nuestra casa tuviera su toque personal (incluida mi habitación, que realizó desde cero él solito). Así que este tipo de cosas me recuerdan a él y a las tardes que pasaba de niña en la terraza viéndole trabajar, creando y modelando la madera.

Tras el café fuimos a La casa encendida y nos reunimos con Carmen (otra que ha sabido aprovecharse de la ya mencionada excursión), y pasamos la tarde recorriendo las exposiciones, helándonos en la preciosa terraza del ático, y fisgoneando todo  lo que pudimos. En general nos llevamos una muy buena impresión, pero he de admitir que acabamos bastante perturbadas tras el visionado del cortometraje Extreme danceproducción de Debajo del Sombrero (una plataforma cuyos talleres van dirigidos a personas con discapacidad intelectual, permitiéndoles crear cosas de lo más curiosas e hipnóticas, como pudimos ver en la exposición). Si alguno de mis lectores imaginarios tiene la oportunidad de ir le aconsejo que la aproveche.

Y finalmente rumbo a Argüelles. Ahí me separé de estas chicas y me reuní con un amigo para tomar esa ambrosía que es para mí la cerveza.
Aquí es cuando confieso que soy una mala persona y que me pasé la mayor parte de la noche riéndome de las personas que veía en el local. No pude evitar fijarme en tres chavalines fichando todo lo que se movía e intentando ligar con incautas jovenzuelas. Lo mejor fue cuando se acercaron a un par de presas y uno de los chicos se quedó de brazos cruzados detrás de sus dos compañeros, observando cómo estos hacían uso de sus infructuosas dotes de seducción.

Tal vez me resultó todo tan cómico porque no estoy familiarizada con este tipo de situaciones. Quién sabe.

Al final de la noche se nos acercó una desconocida regalándonos caramelos. Dijo que le sobraron de una cena familiar, pero la frase "no aceptes caramelos de desconocidos" está por algo.

Nosotros, por supuesto, los aceptamos.

La bolsa de conos 3D fue mi cena improvisada
No quiero críticas -_-

Lo que no sé es si los probaremos alguna vez.

Nas noches.