sábado, 30 de octubre de 2010

Día de lluvia =D

Bueno, poco a poco volviendo a la normalidad. Me había olvidado de cómo me afecta la lluvia, de que siempre que hay tormenta mi ánimo se revoluciona por completo y me convierto en un pequeño torbellino dando saltos y cantando por todas partes. Y después me quejo de que a Humo le pasa lo mismo, en fin...

Ahora tengo ganas de ir al pueblo. Siempre por estas fechas tengo ganas, sobre todo los días de lluvia. Recuerdo las noches en el salón con mis abuelos, sintiendo el calorcito de las mantas y la calefacción en contraste con la fría ventana, por la que veía a toda la gente pasar y corriendo para no mojarse. No sé, es uno de esos momentos mágicos de mi vida.

Pero las cosas cambian y no vuelven a ser igual, dudo de que vuelva a vivir ese momento. Porque ahora esa casá está medio vacía, por mucho que volvamos. Porque ya no soy una niña y no puedo encontrar la seguridad en casi ningún sitio. Porque es imposible, vamos. Pero al menos me queda ese lindo recuerdo hasta que mi mala memoria decida eliminarlo por completo.

Volviendo al presente, me siento bastante bien. No creo que se deba sólo a la lluvia, me parece que me he esforzado tanto en superar mis problemas que por fin lo estoy consiguiendo. Y, joder, es tan gratificante... n__n

Qué miedo de que esta sensación se acabe xD


Creo que todo esto se podría resumir en que vuelvo a tener esperanzas. Siempre me han parecido para los tontos pero supongo que la clave está en nunca dejar de ser realista y no esperar cosas imposibles, sólo disfrutar al máximo de tu vida a pesar de que se tiña con momento agrios.



Estoy enamorada de este tío, no sé qué tiene xD

miércoles, 20 de octubre de 2010

Tratando de olvidar.

Aquí estamos. Un mes después de que me dejaras y sigo amándote tanto como antes. Es realmente frustrante ver cómo pasa el tiempo, yendo cada uno por nuestro lado, conociendo nuevas personas y haciendo lo mismo que hacíamos juntos, ahora separados.

No debería darme rabia no poder volver a hacer esas cosas contigo y ver cómo otros ocupan mi lugar, aunque supongo que es normal. No debería costarme tanto olvidarte a tí y a todo lo que te rodea, pero seguís tan presente dentro de mí que a veces casi siento vuestro calor.

Ya no distingo qué es sueño y qué realidad, llego a preguntarme si sucedió de verdad, si hubo algún instante en el que conseguí sentirme feliz.

Pero ahora eso ya no importa porque llegó el frío y no me queda más remedio que coger una manta y esperar a que se pase. Tengo que verlo todo desde lejos, una tercera persona que ya no pinta nada en esta historia, que debería buscarse una propia.

Sí, pero me encantaba nuestra historia. Supongo que es por el tiempo pasado, por la sensación de haberlo perdido todo, pero añoro cada detalle, cada gesto, cada momento. Me sentía agradecida de poder sentir todo esto por alguien, y supongo que sigo haciéndolo... pero ahora mismo no puedo más que suplicar que pase, que se acabe, y que no vuelva nunca más.

Que nadie más vuelva a hacerme sentir amor.






Así fue cómo el Ave Fénix resurgió de entre las cenizas.

lunes, 18 de octubre de 2010

Despertar

¿Sabéis de esos diálogos internos que se tienen a veces, en los que dos o más vocecitas dentro de tu cabeza empiezan a decir tonterías y a discutir? A mi últimamente me pasa mucho.
Creo que se debe a esa otra parte de mi que está despertando. Y claro, es en plan levantarte una mañana y encontrártelo todo patas arriba. Los discos de música desperdigados por el suelo, los libros con las páginas arrancadas, cristales rotos, toda la ropa fuera del armario... y una niña acurrucada en un rincón y llorando.

"¿De dónde ha salido esa niña?" Te resulta familiar, y te acercas para ver qué le ocurre.

Ves que está sangrando. Inmediatamente piensas en los cristales que hay por todas partes, y ante la preocupación y el miedo te cuesta decidir qué hacer primero.


"Lo siento... ", escuchas, "lo he dejado todo hecho un desastre..."

"¿Has sido tú? ¿Por qué?"

"Estaba sola y me asusté. Me abandonaste."


Es en ese momento cuando te fijas en lo mucho que te duele el pecho. Te pones la mano a la altura de donde debería estar el corazón, y te encuentras con una enorme mancha de sangre caliente. La misma mancha que tiene la niña.

Y te das cuenta.

¿De qué? De que esa niña, necesitada, dependiente, llorona, forma parte de tí tanto como tú de ella. Que os necesitáis mutuamente, ella para que la cuides, tú para recordar la importancia de un corazón.


Así que ¡tú dormilona! Ponte a limpiar y a cuidar de esa niña. No comiences de 0, no olvides, aprende de lo vivido y recuérdalo cuando sea necesario. Aprende a sentir dolor, echar de menos a lo que se fue y a estar sola, así como a hacer acopio de valor y demostrar tu increíble fuerza a la hora de sacar una sonrisa que deslumbre al mundo.


A deslumbrar se ha dicho. Y no te sueltes de la mano.