domingo, 23 de agosto de 2009

De vuelta a casa

Me duelen demasiadas cosas. Me duele que los chicos me ignoren, por patético e infantil que parezca. Me duele que la gente se sorprenda de verme guapa y arreglada. Me duelen las duras palabras de un ser cercano, aunque no sea su intención. Me duele la soledad. No alcanzar nunca a la persona que quiero ser. Me duele no quererme. Mi cobardía y mi estupidez. Me duele tener siempre la cabeza en las nubes, soñando y nunca viviendo. Me duele no controlarme y hacer daño a los demás. Me duele que, esté donde esté, nunca me sienta cómoda. Y me duele pensar que la vida, o mi vida, no merece la pena, aunque sé que es por mi culpa.
Es fácil solucionar estas cosas. Pero no es tan fácil de comprender que dentro de una persona haya un monstruo que le impide hacer nada por su bien. Y cada día es más dificil distinguir a ese monstruo de la persona.


Lo siento por esta entrada. Cuando me encuentre mejor os contaré cosas del viaje. Y no me toméis en serio que estoy con la regla.

2 comentarios:

Raquel dijo...

Te entiendo. Son esos momentos.
A veces somos así, y nos e puede evitar, tal vez haya q llorar o q escribir para desahogarse o esperar a que todo se pase.
Te quiero con monstruo incluido (ohhh gatito XD), en conjunto aunque nos cansemos en el fondo te comprendo.

Cosa Cosota dijo...

Pero a mí no me gusta que la gente se canse de cómo soy