martes, 16 de agosto de 2011

Cuaderno de bitácora VII

Última noche en Jerez. Tras luchar a muerte contra una desconocida en la casa de alguien mientras a nuestro alrededor un montón de gente estaba de fiesta y jugando a la wii, y en el exterior se desarrollaba un apocalipsis zombie, me desperté de mala gana y muerta de calor. La verdad es que no recuerdo nada de la mañana, porque a pesar de que ya hacía rato que me había levantado, sospecho que mi cerebro seguía sumido en la inconsciencia.

De ahí que me echara una siesta de 3 horas, levantándome aun peor, por supuesto.

Hoy fuimos a la playa de Rota. Yo para variar me tiré en la toalla a leer y no me moví de ahí hasta que nos fuimos (mi padre sospecha que soy hidrofóbica) a dar una vuelta por los pinares que había por ahí cerca, para acabar en un chiringuito a pie de playa tomando algo y viendo el atardecer.

Un día más sin dar un palo al agua.

Mañana la cosa cambia, tengo que madrugar (a ver si levantándome temprano no me comporto como una sonámbula el resto del día) para ir con mi padre a comprar, comer rápidamente e irnos para Sevilla a comprar el billete con tiempo y salir a las cuatro.

Pues nada, mejor me duermo ya (¡Mentira! Voy a jugar al Robot Unicorn Attack).

Un abrazo.
Sesión fotográfica a Lala

El pinar al lado de la playa

Al lado de las sombrillas está el chiringuito

El Buda con cara simpática aunque desconcertante



En mi vida he visto un atardecer con colores tan intensos

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